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Dislipidemia

Definición

La dislipidemia es la elevación de las concentraciones plasmáticas de colesterol, triglicéridos o ambos, o una disminución del nivel de HDL que contribuye al desarrollo de ateroesclerosis,

Metabolismo de lípidos

Los lípidos son grasas que se absorben de los alimentos o se sintetizan en el hígado. Los triglicéridos y el colesterol son los lípidos más comprometidos por enfermedades, aunque todos los lípidos son fisiológicamente importantes.

El colesterol es un componente ubicuo de todas las membranas celulares, los esteroides, los ácidos biliares y las moléculas de señalización.

 

Los triglicéridos almacenan principalmente energía en adipocitos y células musculares.

 

Las lipoproteínas son estructuras esféricas hidrófilas que poseen proteínas en su superficie (apoproteínas o apolipoproteínas) capaces de actuar como cofactores y ligandos para enzimas encargadas del procesamiento de los lípidos.

 

Todos los lípidos son hidrófobos y en su mayoría insolubles en sangre, por lo que requieren transporte dentro de las lipoproteínas.

Las lipoproteínas se clasifican en función de su tamaño y su densidad (se definen de acuerdo con la relación entre lípidos y proteínas) y son importantes porque las concentraciones elevadas de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y las concentraciones bajas de liproproteínas de alta densidad (HDL) son factores de riesgo importantes para el desarrollo de cardiopatía isquémica.

 

La dislipidemia es la elevación de las concentraciones plasmáticas de colesterol y/o triglicéridos, o una disminución del nivel de colesterol asociado a HDL que contribuyen al desarrollo de aterosclerosis.

 

Fisiología

Los defectos en la vía de síntesis, procesamiento y eliminación de liproproteínas, pueden promover la acumulación de lípidos aterógenos en el plasma y el endotelio llevando a largo plazo a la cardiopatía vascular coronaria

Metabolismo de los lípidos exógenos (de la dieta)

Más del 95% de los lípidos de la dieta son

·         Triglicéridos

El 5% restante de los lípidos de la dieta son

·         Fosfolípidos

·         Ácidos grasos libres (AGL)

·         Colesterol (presente en alimentos como colesterol esterificado)

·         Vitaminas liposolubles

Los triglicéridos de la dieta se digieren en el estómago y el duodeno, donde se convierten en monoglicéridos y ácidos grasos libres por la acción de la lipasa gástrica y se emulsifican como resultado de la peristalsis gástrica intensa y la acción de la lipasa pancreática.

Los ésteres de colesterol de la dieta se desesterifican en colesterol libre a través de los mecanismos mencionados.

Luego, los monoglicéridos, los ácidos grasos libres y el colesterol libre se solubilizan en el intestino en micelas de ácidos biliares, que los conducen a las vellosidades intestinales para su absorción. Una vez absorbidos en los enterocitos, vuelven a constituir triglicéridos y se ensamblan con colesterol para formar quilomicrones, que son las lipoproteínas más grandes.

Los quilomicrones transportan los triglicéridos y el colesterol de la dieta desde el interior de los enterocitos a través de los vasos linfáticos hacia la circulación.

En los capilares de los tejidos adiposo y muscular, la apoproteína C-II (apo C-II) sobre el quilomicrón activa a la lipoproteína lipasa (LPL) endotelial, que convierte el 90% de los triglicéridos dentro de los quilomicrones en ácidos grasos y glicerol, moléculas que luego son absorbidas por los adipocitos y las células musculares para su conversión en energía o su almacenamiento.

Los residuos de quilomicrones ricos en colesterol regresan al hígado, donde se eliminan mediante un proceso mediado por la apoproteína E (apo E).

Metabolismo de los lípidos endógenos

 Las lipoproteínas sintetizadas por el hígado transportan los triglicéridos y el colesterol endógenos. Las lipoproteínas circulan a través de la sangre continuamente hasta que los triglicéridos unidos a ellas se liberan en los tejidos periféricos o las mismas lipoproteínas se absorben en el hígado.

Los factores que estimulan la síntesis hepática de lipoproteínas suelen aumentar las concentraciones plasmáticas de colesterol y triglicéridos.

Las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) contienen apoproteína B-100 (apo B), se sintetizan en el hígado y transportan triglicéridos y colesterol a los tejidos periféricos.

La VLDL es la partícula a través de la cual el hígado exporta el exceso de triglicéridos que circula en el plasma como ácidos grasos libres y residuos de quilomicrones; la síntesis de VLDL aumenta con el incremento de la concentración intrahepática de ácidos grasos libres, como cuando se consumen dietas hiperlipídicas y cuando el exceso de tejido adiposo libera los ácidos grasos libres directamente a la circulación (p. ej., en la obesidad, la diabetes mellitus mal controlada).

La apo C-II sobre la superficie de las VLDL activa a la LPL endotelial para que degrade a los triglicéridos en AGL y glicerol, que luego se incorporan en las células.

 

Las lipoproteínas de densidad intermedia (IDL) son el producto del procesamiento de las VLDL y los quilomicrones por la LPL.

Las ILD son VLDL y residuos de quilomicrones ricos en colesterol eliminados por el hígado o metabolizados por la lipasa hepática para convertirse en LDL, que retiene la apo B-100.

 

Las lipoproteínas de baja densidad (LDL), productos del metabolismo de las VLDL y las IDL, son las lipoproteínas con mayor concentración de colesterol.

 

Entre el 40 y el 60% de las LDL se elimina en el hígado mediante un proceso mediado por apo B y los receptores hepáticos de LDL.

Las LDL hepáticas o los receptores de otras moléculas diferentes de la LDL ubicados fuera del hígado (eliminadores de residuos) absorben el resto.

Los receptores hepáticos de LDL disminuyen cuando el hígado aporta colesterol a través de los quilomicrones y cuando aumentan las grasas saturadas en la dieta, mientras que se incrementan cuando disminuyen las grasas y el colesterol en la dieta.

Los receptores no hepáticos que eliminan los residuos, sobre todo presentes sobre los macrófagos, incorporan el exceso de LDL oxidada circulante no procesado por los receptores hepáticos.

Los monocitos ricos en LDL oxidada migran hacia el espacio subendotelial y se convierten en macrófagos; luego, estos macrófagos incorporan más LDL oxidada y forman células espumosas dentro de las placas ateroscleróticas.

 

El tamaño de las partículas de LDL varía desde grandes y flotantes hasta pequeñas y densas. La LDL pequeña y densa tiene una concentración elevada de ésteres de colesterol, se asocia con trastornos del metabolismo como hipertrigliceridemia y resistencia a la insulina.

 

Las lipoproteínas de alta densidad (HDL) son, en un principio, lipoproteínas carentes de colesterol, que se sintetizan tanto en los eritrocitos como en el hígado. El metabolismo de las HDL es complejo, pero uno de los papeles que cumplen es obtener colesterol de los tejidos periféricos y otras lipoproteínas y transportarlo hacia otros sitios que lo necesiten–otras células, otras lipoproteínas (mediante la proteína de transferencia de ésteres de colesterol [CETP]) y el hígado (para su eliminación).

Su efecto principal es antiaterógeno. La salida del colesterol libre de las células está mediado por el transportador del casete de unión al ATP A1 (ABCA1), que se combina con la apoproteína A-I para producir HDL nacientes.

 

A continuación, la enzima lecitina-colesterol aciltransferasa (LCAT) esterifica el colesterol libre presente en las HDL nacientes para producir HDL maduras. Los niveles plasmáticos de HDL pueden no representar completamente el transporte inverso de colesterol, y los efectos protectores de los niveles más altos de HDL también pueden deberse a las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

 

La lipoproteína (a) [Lp(a)] es LDL que contiene apoproteína (a) y se caracteriza por la presencia de 5 regiones ricas en cisteína denominas bisagra (kringles). Una de estas regiones es homóloga al plasminógeno y se cree que inhibe competitivamente la fibrinólisis y, en consecuencia, predispone al desarrollo de trombos.

La Lp(a) también puede promover la aterosclerosis en forma directa. Las vías metabólicas para la producción y la eliminación de la Lp(a) no están totalmente descritas, pero sus concentraciones aumentan en los pacientes con enfermedad renal crónica, especialmente en pacientes sometidos a diálisis.

 

No existe un nivel de corte natural entre las concentraciones normales y anormales de lípidos porque las mediciones de los lípidos son continuas. Es probable que exista una relación lineal entre las concentraciones de los lípidos y el riesgo cardiovascular, de manera que muchos individuos con concentraciones “normales” de colesterol se beneficiarían con niveles aún más bajos. En consecuencia, no hay definiciones numéricas para la dislipidemia, y el término se aplica a los pacientes con lipidemias que se benefician con el tratamiento. Los resultados ventajosos son mayores cuando se reducen las concentraciones elevadas de lipoproteína de baja densidad (LDL).

En la población general, hay evidencias menos contundentes de beneficios en la reducción de las concentraciones altas de triglicéridos y en el aumento de las concentraciones bajas de colesterol de lipoproteína de alta densidad (HDL).

Las concentraciones de HDL no siempre predicen el riesgo cardiovascular. Por ejemplo, las concentraciones altas de HDL generadas por algunos trastornos genéticos pueden no proteger a los pacientes de los trastornos cardiovasculares, y las concentraciones bajas de HDL causadas por algunos trastornos genéticos pueden no aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Aunque las concentraciones de HDL predicen el riesgo cardiovascular en la población general, el riesgo puede elevarse en presencia de otros factores, como alteraciones asociadas en los lípidos y el metabolismo (hipertrigliceridemia), más que solo por el nivel de HDL.

 

Clasificación

Las dislipidemias se clasificaban en el pasado de acuerdo con los patrones de elevación de las concentraciones de lípidos y liproproteínas (fenotipo de Fredrickson).

Un sistema más práctico clasifica las dislipidemias en primarias o secundarias y las caracteriza según:

 

·         Aumentos solo en colesterol (hipercolesterolemia pura o aislada)

·         Aumentos solo en los TG (hipertrigliceridemia pura o aislada),

·         Aumentos en el colesterol y los TG (hiperlipidemias mixta o combinada)

Este sistema no tiene en cuenta los trastornos de lipoproteínas específicas (p. ej., concentración baja de HDL o alta de LDL) que pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad con concentraciones normales de colesterol y triglicéridos.


Etiología

Las dislipidemias pueden ser

·         Primaria: genética

·         Secundaria: causada por el estilo de vida y otros factores

Causas primarias:

 Las causas primarias son mutaciones de genes únicos o múltiples que conducen a la hiperproducción o la eliminación defectuosa de triglicéridos y colesterol LDL o a la producción deficiente o producción insuficiente o eliminación excesiva de colesterol HDL.

  

Causas secundarias:

 Las causas secundarias contribuyen al desarrollo de muchos casos de dislipidemia en adultos.

La causa secundaria más importante de dislipidemia en los países desarrollados es:

 

·         Estilo de vida sedentario con ingesta excesiva de calorías totales, grasas saturadas, colesterol y grasas trans

Estas últimas son ácidos grasos poliinsaturados o monoinsaturados con átomos de hidrógeno agregados que se usan en algunos alimentos procesados y son tan aterogénicos como las grasas saturadas.

Otras causas secundarias frecuentes de dislipidemia incluyen:

·         Diabetes mellitus

·         Consumo excesivo de alcohol

·         Enfermedad renal crónica

·         Hipotiroidismo

·         La cirrosis biliar primaria y otras enfermedades colestásicas del hígado

·         Ciertos fármacos, como tiazidas, beta-bloqueantes, retinoides, antirretrovirales de gran actividad, ciclosporina, tacrolimús, estrógenos, progestágenos y glucocorticoides

 

Las causas secundarias de bajos niveles de colesterol HDL incluyen el tabaquismo, los esteroides anabólicos, la infección por HIV y el síndrome nefrótico.

 

La diabetes es una causa secundaria importante porque los pacientes tienden a presentar una combinación aterogénica de concentraciones elevadas de TG y LDL y concentraciones bajas de HDL (dislipidemia diabética, hipertrigliceridemia con hiperapo-B).

 

La combinación puede deberse a la obesidad o a una diabetes poco controlada, que pueden aumentar las concentraciones de ácidos grasos libres (AGL) circulantes, lo que a su vez promueve la síntesis hepática de lipoproteína de muy baja densidad (VLDL).

Luego, las VLDL ricas en TG transfieren los TG y el colesterol a las LDL y las HDL, lo que promueve la formación de LDL pequeñas ricas en TG y la eliminación de HDL ricas en TG.

 

La dislipidemia diabética suele exacerbarse cuando se ingiere gran cantidad de calorías y ante la inactividad física que caracteriza el estilo de vida de algunos pacientes con diabetes tipo 2.

 

Signos y síntomas

La dislipidemia no suele causar síntomas por sí misma, pero puede ocasionar enfermedad vascular sintomática, incluso enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y enfermedad arterial periférica.

 

Las concentraciones elevadas de triglicéridos (> 500 mg/dL [> 5,65 mmol/L]) pueden producir una pancreatitis aguda. Los niveles muy altos de triglicéridos también pueden causar hepatoesplenomegalia, parestesias, disnea y confusión.

 

Las concentraciones altas de LDL pueden causar arcos corneales y xantomas en el tendón de Aquiles, los tendones del codo y la rodilla y sobre las articulaciones metacarpofalángicas.

Otros hallazgos clínicos que ocurren en pacientes con LDL alto (p. ej., en la hipercolesterolemia familiar) incluyen xantelasma (placas amarillas ricas en lípidos en la cara medial de los párpados). El xantelasma también puede ocurrir en pacientes con cirrosis biliar primaria y niveles normales de lípidos.

Los pacientes con la forma homocigótica de la hipercolesterolemia familiar pueden tener arcos corneales, xantomas tendinosos y xantelasma además de xantomas planos o tuberosos. Los xantomas planos son lesiones en forma de parches amarillentos planos o ligeramente sobreelevadas. Los xantomas tuberosos son nódulos indoloros, firmes normalmente situados sobre las superficies extensoras de las articulaciones.

Los individuos con elevaciones excesivas de las concentraciones de TG desarrollan xantomas eruptivos sobre el tronco, la espalda, los codos, los glúteos, las rodillas, las manos y los pies.

El trastorno infrecuente disbetalipoproteinemia puede producir xantomas palmares y tuberosos.

La hipertrigliceridemia grave (> 2.000 mg/dL [> 22,6 mmol/L]) puede conferir un aspecto blanco cremoso a las arterias y las venas retinianas (lipemia retiniana). La hiperlipidemia confiere al plasma un aspecto lactescente (lechoso).

 

 

Diagnóstico

 

·         Perfil lipídico en el suero (concentración medida de colesterol total, TG, colesterol HDL y concentraciones calculadas de colesterol LDL y VLDL)

La dislipidemia debe sospecharse en pacientes con hallazgos característicos en el examen físico o con complicaciones de la dislipidemia (p. ej., enfermedad aterosclerótica).

Se sospechan trastornos lipídicos primarios cuando los pacientes tienen

·         Signos físicos de dislipidemia

·         Inicio de enfermedad aterosclerótica prematura (< 60 años)

·         Antecedentes familiares de enfermedad aterosclerótica

·         Colesterol sérico > 240 mg/dL (> 6,2 mmol/L)

 

La dislipidemia se diagnostica midiendo la lipidemia. Las concentraciones evaluadas en forma sistemática (perfil lipídico) incluyen colesterol total (CT), TG, colesterol HDL y LDL.

 

Medición del perfil lipídico

El colesterol total, los triglicéridos y el colesterol HDL se miden directamente. Los valores del CT y los TG reflejan las concentraciones de estas moléculas en todas las lipoproteínas circulantes, es decir en los quilomicrones, las VLDL, las lipoproteínas de densidad intermedia (IDL), las LDL y las HDL.

Las concentraciones de CT pueden variar en un 10% y las de TG varían hasta 25% de un día a otro, incluso en ausencia de trastornos. Las concentraciones de CT y HDL pueden medirse en pacientes que no se encuentran en ayunas, pero la mayoría de los pacientes requieren una medición de las concentraciones lipídicas en ayunas para que la evaluación tenga máxima precisión y uniformidad.

La evaluación debe posponerse hasta la resolución de la enfermedad aguda porque los niveles de TG y lipoproteína (a) aumentan y el colesterol disminuye durante los estados inflamatorios.

Los perfiles lipídicos pueden modificarse durante alrededor de 30 días tras un infarto agudo de miocardio, aunque los resultados obtenidos dentro de las 24 h siguientes al infarto de miocardio suelen ser bastante fiables para guiar la terapia hipolipemiante.

La concentración de colesterol LDL se calcula en general como el colesterol no contenido en las moléculas de HDL y VLDL.

El colesterol VLDL se calcula con la siguiente fórmula: TG ÷ 5, porque la concentración de colesterol en las partículas de VLDL suele corresponder a una quinta parte de la concentración total de lípidos en la partícula. 

Este cálculo sólo es válido cuando la concentración de TG es < 400 mg/dL (< 4,5 mmol/L) y los pacientes están en ayunas porque la ingestión de alimentos eleva la concentración de TG. El valor calculado para el colesterol LDL incorpora la medición de todas las partículas diferentes de las del colesterol HDL, el colesterol que no se encuentra en los quilomicrones, incluso en las IDL y la lipoproteína (a) [Lp(a)].


LDL colesterol = Colesterol total – [colesterol HDL + ( Trigliceridos /5 )]

 

Las concentraciones de LDL también pueden medirse directamente con ultracentrifugación del plasma, que separa a los quilomicrones y la VLDL de la HDL y la LDL, y con inmunoensayo. La medición directa puede ser útil en algunos pacientes con hipertrigliceridemia, pero en general no se considera necesaria.

El papel de la medición de la apo B se encuentra en evaluación en la actualidad porque refleja todo el colesterol que no se encuentra unido a HDL (VLDL, residuos de VLDL, IDL y LDL) y puede predecir mejor el riesgo de enfermedad coronaria que la concentración de LDL-colesterol. El colesterol no HDL (CT - HDL colesterol) también puede ser más útil para predecir el riesgo de enfermedad coronaria, en especial en pacientes con hipertrigliceridemia.

Otras pruebas

En los pacientes con enfermedad cardiovascular ateroesclerótica prematura, enfermedad cardiovascular con lipidemia normal o casi normal o concentraciones elevadas de LDL refractarias a farmacoterapia deben medirse las concentraciones de Lp(a).

Las concentraciones de Lp(a) también pueden medirse directamente en pacientes con concentraciones elevadas-fronterizas de colesterol LDL para determinar si se justifica la administración de fármacos. En las mismas poblaciones puede medir la proteína C reactiva.

Las mediciones de la cantidad de partículas LDL o apoproteína B-100 (apo B) pueden ser útiles en pacientes con niveles elevados de TG y síndrome metabólico.

La apo B proporciona información similar a la del número de partículas de LDL porque hay una molécula de apo B para cada partícula de LDL. La medición de Apo B incluye todas las partículas aterogénicas, incluyendo los remanentes y la Lp (a).

 

Causas secundarias

En la mayoría de los pacientes con dislipidemia recién diagnosticada debe pedirse estudios para evaluar las causas secundarias de dislipidemia y también deben pedirse estudios cuando un perfil lipídico empeora sin una causa documentada.

Estas pruebas incluyen mediciones de

·         Glucosa en ayunas

·         Enzimas hepáticas

·         Creatinina

·         Hormona tiroideoestimulante (TSH)

·         Proteínas urinarias

En el cribado se realiza una evaluación sistemática con un perfil lipídico en ayunas (CT, TG, colesterol HDL y concentraciones calculadas de colesterol LDL).

Diferentes sociedades médicas ofrecen distintas recomendaciones sobre cuándo comenzar el examen de cribado. La medición de los lípidos debe combinarse con la evaluación de otros factores de riesgo cardiovascular, como por ejemplo:

 

·         Diabetes mellitus

·         Tabaquismo

·         Hipertensión

·         Antecedentes familiares de enfermedad coronaria en familiares de primer grado de sexo masculino menores de 55 años o en familiares de primer grado de sexo femenino menores de 65 años

 

Pruebas de cribado en adultos

 

Los adultos son examinados a los 20 años y cada 5 años a partir de entonces.

No se definió una edad específica después de la cual los pacientes ya no requieren pruebas de cribado, pero las evidencias avalan la evaluación en la novena década de la vida, en especial en los pacientes con enfermedad cardiovascular aterosclerótica.

En los pacientes con antecedentes familiares importantes de cardiopatía, deben medirse las concentraciones de Lp(a).

 

Tratamiento


·         Evaluación del riesgo con criterios explícitos

·         Cambios en el estilo de vida (p. ej., ejercicio, modificaciones de la dieta)

·         En los pacientes con concentración elevada de colesterol LDL, administrar estatinas, secuestradores de ácidos biliares, ezetimiba, e inhibidores de PCSK9 (proproteína subtilisina convertasa/quexina tipo 9)

·         En individuos con niveles altos de triglicéridos, debe administrarse niacina, fibratos, ácidos grasos omega-3 y a veces otras medidas

Principios generales

 La principal indicación para el tratamiento de la dislipidemia es la prevención de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVAS), incluyendo síndromes coronarios agudos, accidente cerebrovascular, ataque isquémico transitorio, o enfermedad arterial periférica presuntamente causada por la aterosclerosis.

 

El tratamiento se indica para todos los pacientes con ECVAS (prevención secundaria) y para algunos sin esta enfermedad (prevención primaria).

 

Los niños con hipercolesterolemia familiar heterocigótica deben ser tratados a partir de los 8 a 10 años. Los niños con hipercolesterolemia familiar homocigótica requieren dieta, medicamentos, y a menudo aféresis de LDL para prevenir la muerte prematura; el tratamiento se inicia cuando se hace el diagnóstico.

 

Las opciones terapéuticas dependen de la alteración lipídica específica, aunque a menudo coexisten varios trastornos. En algunos pacientes, un solo trastorno puede requerir varias terapias, mientras que en otros, un solo tratamiento puede ser adecuado para varios trastornos.

 

El tratamiento siempre debe incluir medidas para la hipertensión y la diabetes, la suspensión del tabaquismo. En general, las opciones terapéuticas para los hombres y las mujeres son las mismas.

 Tratamiento de las concentraciones elevadas de colesterol LDL

Para todos los individuos, la prevención de la ECVAS requiere centrarse en un estilo de vida saludable para el corazón, en particular la dieta y el ejercicio. Otras opciones terapéuticas para reducir la concentración de colesterol LDL en todos los grupos etarios son los fármacos, los suplementos dietéticos, y las intervenciones. Muchas de estas opciones también son eficaces para el tratamiento de otros trastornos lipídicos.

Los cambios dietéticos incluyen

 

·         Disminución de la ingesta de grasas saturadas y colesterol

·         Aumentar la proporción de fibra dietética e hidratos de carbono complejos

·         Mantener el peso corporal ideal

A menudo resulta útil la derivación al nutricionista, en especial de los ancianos.

El ejercicio disminuye la concentración de colesterol LDL en algunos individuos, y también ayuda a mantener el peso corporal ideal.

 

Se deben indicar cambios en la dieta y ejercicio siempre que sea posible, pero las directrices de la AHA/ACC recomiendan también el tratamiento farmacológico para ciertos grupos de pacientes después del análisis de los riesgos y los beneficios del tratamiento con estatinas.

Para el tratamiento farmacológico en adultos, la 2018 AHA/ACC/ Guideline on the Management of Blood Cholesterol (Directrices de la AHA/ACC para el control del colesterol en sangre) de 2018 recomienda el tratamiento con una estatina para 4 grupos de pacientes, que tienen algunas de las siguientes condiciones:

 

·         ECVAS clínica

·         Colesterol LDL ≥ 190 mg/dL (≥ 4,9 mmol/L)

·         Entre 40 y 75 años, con diabetes y colesterol LDL entre 70 y 189 mg/dL (1,8 a 4,9 mmol/L)

·         Edad de 40 a 75 años, colesterol LDL 70 a 189 mg/dL (1,8 a 4,9 mmol/L), y riesgo estimado a 10 años de ECVAS ≥ 7,5%

Riesgo de enfermedad cardiovascular arteriosclerótica (ECVAS) se calcula utilizando las ecuaciones de evaluación de riesgos de cohortes agrupadas, que sustituyen a las herramientas de cálculo de riesgos anteriores. Este nuevo calculador de riesgo se basa en el sexo, la edad, la raza, el colesterol total y HDL, la tensión arterial sistólica y diastólica, la diabetes y el hábito de fumar, así como el uso de antihipertensivos o estatinas.

 

Al considerar la posibilidad de dar una estatina, los médicos también pueden tener en cuenta otros factores, incluyendo colesterol LDL ≥ 160 mg/dL (4,1 mmol/L), antecedentes familiares de ECVAS prematura (es decir, edad de inicio < 55 años en familiares de primer grado hombres o < 65 años en familiares de primer grado mujeres), proteína C reactiva de alta sensibilidad ≥ 2 mg/L (≥ 19 nmol/L), puntuación de calcio en las arterias coronarias ≥ 300 unidades Agatston (o ≥ percentil 75 para la población del paciente), índice de TA tobillo-brazo < 0,9, y aumento del riesgo de por vida.

 

El aumento del riesgo de por vida (identificado mediante la calculadora de riesgo del ACC/AHA) es relevante debido a que el riesgo a 10 años puede ser bajo en los pacientes más jóvenes, en los que el riesgo a largo plazo debe ser tomado en cuenta.

 

Las estatinas son el tratamiento de elección para reducir el colesterol LDL, dado que se ha demostrado su capacidad para disminuir la tasa de mortalidad y morbilidad por trastornos cardiovasculares.

 

Las estatinas inhiben a la hidroximetilglutaril CoA reductasa, una enzima clave en la síntesis del colesterol, lo que conduce al aumento del número de receptores para LDL y promueve su eliminación. Estos fármacos disminuyen hasta 60% la concentración de colesterol LDL y generan pequeños incrementos en las concentraciones de colesterol HDL, con descenso moderado de la concentración de triglicéridos.

 

Las estatinas también parecen disminuir la inflamación intraarterial o la inflamación sistémica al estimular la producción endotelial de óxido nítrico y pueden ejercer otros efectos beneficiosos.

 

Otras clases de fármacos hipolipemiantes no son la primera opción, ya que no ha demostrado una eficacia equivalente a la de la disminución del ACVAS.

 

El tratamiento con estatinas se clasifica como de alta, moderada o baja intensidad y se administra en base al grupo de tratamiento y la edad. La elección de la estatina puede depender de las comorbilidades del paciente, otros medicamentos, factores de riesgo para el desarrollo de eventos adversos, la intolerancia a las estatinas, el costo y la preferencia del paciente.

 

Los efectos adversos de las estatinas son infrecuentes y pueden incluir un aumento de las concentraciones de enzimas hepáticas y miositis o rabdomiólisis.

Las elevaciones de las enzimas hepáticas son poco comunes, y la toxicidad hepática grave es extremadamente rara.  Se presentan problemas musculares hasta en el 10% de los pacientes que toman estatinas y pueden ser dependientes de la dosis. Pueden aparecer síntomas musculares sin elevación de las enzimas.

 

Los efectos adversos son más frecuentes en ancianos, en individuos con varios trastornos y en los que reciben varios fármacos.

En algunos pacientes, el cambio de una estatina a otra o la disminución de la dosis (tras la suspensión temporaria del fármaco) resuelve el problema.

 

La toxicidad muscular parece ser más frecuente cuando se administran algunas de las estatinas junto con fármacos que inhiben a la citocromo P3A4 (p. ej., antibióticos macrólidos, antimicóticos azoles, ciclosporina) y con fibratos, en especial gemfibrozil.

 

Las estatinas están contraindicadas durante el embarazo y la lactancia.

 

En pacientes con ECVAS, cuanto más se reduzca el LDL-C con el tratamiento con estatinas, mayor será la reducción del riesgo. Por lo tanto, el tratamiento inicial es una estatina en la dosis máxima tolerada para reducir el colesterol LDL > 50% (terapia de alta intensidad).

 

Para pacientes con ECVAS de muy alto riesgo (p. ej., aquellos con antecedentes recientes de infarto de miocardio o angina inestable, o con comorbilidades de alto riesgo como diabetes), el nivel de LDL-C > 70 mg/dL (> 1,2 mmol/L) a pesar del tratamiento máximo con estatinas debe sugerir la necesidad de agregar ezetimiba o un inhibidor de PCSK9 (p. ej., evolocumabalirocumab).

 

Los secuestradores de ácidos biliares bloquean la reabsorción intestinal de ácidos biliares, con aumento del número de receptores hepáticos de LDL para recuperar el colesterol circulante y utilizarlo en la síntesis de bilis.

Se demostró que estos fármacos disminuyen la tasa de mortalidad cardiovascular.

 

Los secuestradores de ácidos biliares suelen administrarse con estatinas o con ácido nicotínico para estimular la reducción de la concentración de colesterol LDL y son los fármacos de elección para las mujeres que planean quedar embarazadas o durante el embarazo.

 

Los secuestradores de ácidos biliares son seguros, pero su aplicación es limitada debido a los efectos adversos (distensión, náuseas, cólicos y estreñimiento).

Estos fármacos también pueden incrementar las concentraciones de triglicéridos, de manera que están contraindicados en los pacientes con hipertrigliceridemia. La colestiramina, el colestipol y el colesevelam (pero en menor grado) pero usualmente no el colesevelam, interfieren sobre la absorción de otros fármacos, como tiazidas, beta-bloqueantes, warfarina, digoxina y tiroxina, y este efecto puede reducirse si se administran al menos 4 h antes o 1 h después de los otros fármacos.

Los secuestradores de ácidos biliares deben administrarse con las comidas para aumentar su eficacia.

 

Los inhibidores de la absorción de colesterol, como la ezetimiba, inhiben la absorción intestinal de colesterol y fitosterol. La ezetimiba suele disminuir entre 15 y 20% la concentración de colesterol LDL y provoca pequeños incrementos de la concentración de HDL y un leve descenso de la concentración de triglicéridos.

 

La ezetimiba puede usarse como monoterapia en pacientes que no toleran las estatinas o puede agregarse a las estatinas en pacientes que toman dosis máximas de estatinas pero no logran reducir las concentraciones de colesterol LDL. Los efectos adversos son infrecuentes.

 

Los anticuerpos monoclonales PCSK9 están disponibles como inyecciones subcutáneas administradas una vez o 2 veces por mes. Estos medicamentos evitan que PCSK9 se adhiera a los receptores de LDL, lo que mejora la función de estos receptores. El colesterol LDL se redujo en un 40 a 70%.

 

Los suplementos dietéticos que disminuyen las concentraciones de colesterol LDL son las fibras, algunas margarinas y otros productos que contienen esteroles vegetales (sitosterol, campesterol) o estanoles.

Los suplementos de fibra disminuyen los niveles de colesterol de múltiples maneras, incluyendo la disminución de la absorción y el aumento de la excreción.

Los suplementos de fibra a base de avena pueden disminuir el colesterol total hasta en un 18%. Los esteroles y los estanoles vegetales disminuyen la absorción de colesterol al desplazar el colesterol de las micelas intestinales y pueden reducir el colesterol LDL hasta en un 10% sin afectar el HDL o los TG.

 

Los fármacos para la hipercolesterolemia familiar homocigótica incluyen el mipomersen y el lomitapide.

El mipomersen es un oligonucleótido antisentido de la apo B que disminuye la síntesis de apo B en las células hepáticas y reduce los niveles de LDL, apo B, y Lp(a). Se administra mediante inyección subcutánea y puede causar reacciones en el sitio de inyección, síntomas seudogripales, aumento de la grasa hepática y elevaciones de enzimas hepáticas.

 

El lomitapide es un inhibidor de la proteína de transferencia de triglicéridos microsomales que interfiere con la secreción de lipoproteínas ricas en TG en el hígado y el intestino.

Se comienza con una dosis baja y se ajusta gradualmente aproximadamente cada 2 semanas. Los pacientes deben seguir una dieta con menos de 20% de calorías provenientes de la grasa. El lomitapide puede causar efectos adversos gastrointestinales (p. ej., diarrea, incremento de la grasa hepática, aumento de las enzimas hepáticas).

 

Los procedimientos de diagnóstico se reservan para pacientes con hiperlipidemia grave (colesterol LDL > 300 mg/dL [> 7,74 mmol/L]) y sin enfermedad vascular.

 

Se puede realizar una aféresis de LDL en pacientes con colesterol LDL > 200 mg/dL (> 5,16 mmol/L) y enfermedad vascular refractaria al tratamiento convencional, como en la hipercolesterolemia familiar.

 

Las opciones incluyen aféresis de LDL (que consiste en la eliminación del LDL mediante intercambio de plasma extracorpóreo) y raramente, derivación ileal (para bloquear la reabsorción de los ácidos biliares) y trasplante de hígado (para trasplantar receptores de LDL).

 

La aféresis de LDL es el procedimiento de elección en la mayoría de los pacientes cuando se administró el máximo tratamiento tolerado y no logró reducirse la concentración de LDL en forma adecuada. La aféresis también es el tratamiento habitual en los pacientes con hipercolesterolemia familiar homocigótica que responden poco o nada a la farmacoterapia.

 

Triglicéridos elevados

 Aunque no pudo confirmarse con certeza si los triglicéridos contribuyen en forma independiente a generar enfermedad cardiovascular, se asocian con numerosos trastornos metabólicos que influyen en el desarrollo de enfermedad coronaria (p. ej., diabetes, síndrome metabólico).

 

 El consenso actual tiende a considerar que la reducción de las concentraciones elevadas de triglicéridos es beneficiosa. No se definieron objetivos, pero en general se considera que las concentraciones < 150 mg/dL (< 1,7 mmol/L) son óptimas.

 

 La estrategia terapéutica global consiste, en primer lugar, en implementar cambios en el estilo de vida, como ejercicio, pérdida de peso y abstinencia de azúcares concentrados y alcohol. El consumo de 2 a 4 porciones de pescado marino rico en ácidos grasos omega-3 por semana puede ser eficaz, pero la cantidad de ácidos grasos omega-3 suele ser menor a la necesaria, por lo cual los suplementos pueden ser útiles.

 

En los pacientes con diabetes, debe controlarse la glucemia en forma estricta. Si estas medidas son ineficaces, debe considerarse la administración de hipolipemiantes. Los pacientes con hipertrigliceridemia grave (> 1.000 mg/dL [> 11 mmol/L]) pueden requerir el inicio de tratamiento farmacológico en el momento del diagnóstico para disminuir con mayor rapidez el riesgo de pancreatitis aguda.

 

Los fibratos disminuyen un 50% la concentración de triglicéridos. Estos fármacos parecen estimular la lipoproteinlipasa (LPL) endotelial, lo que aumenta la oxidación de ácidos grasos en el hígado y el músculo y disminuye la síntesis hepática de VLDL. Asimismo, estos fármacos aumentan hasta 20% la concentración de HDL.

Los fibratos pueden causar efectos adversos gastrointestinales, como dispepsia, dolor abdominal y aumento de las enzimas hepáticas.

Con escasa frecuencia, generan colelitiasis. Los fibratos pueden potenciar la toxicidad muscular cuando se administran con estatinas y aumentan los efectos de la warfarina.

 

 Las estatinas también pueden usarse en los pacientes con concentraciones de triglicéridos < 500 mg/dL (< 5,65 mmol/L) asociadas con concentraciones elevadas de colesterol LDL; las estatinas pueden reducir tanto la colesterolemia LDL como la trigliceridemia a través de la disminución de la VLDL.

 

Si el paciente sólo presenta hipertrigliceridemia, los fibratos son el fármaco de elección.

 

 Las dosis elevadas de ácidos grasos omega-3 (entre 1 y 6 g/día de ácido eicosapentaenoico y ácido docosahexaenoico) pueden ser últiles para disminuir la trigliceridemia. Los ácidos grasos omega-3 eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) son los ingredientes activos del aceite de pescado marino o de las cápsulas de omega-3.

 

 Sus efectos adversos son eructos y diarrea. Estos efectos pueden reducirse si se administran cápsulas de aceite de pescado con las comidas en varias dosis (p. ej., 2 o 3 veces al día). Los ácidos grasos omega-3 pueden considerarse un tratamiento adyuvante útil.

 

 El inhibidor de la apo CIII (un inhibidor antisentido de apo CIII), volanesorsen, se comercializa actualmente en algunos países. Reduce los niveles de triglicéridos en pacientes con concentraciones de triglicéridos muy elevadas, incluidas las personas con deficiencia de lipoproteinlipasa. Se administra como una inyección semanal.

 

Concentración baja de HDL

 Aunque los niveles más altos de HDL se asocian con menor riesgo cardiovascular, no está claro si los tratamientos para aumentar los niveles de colesterol HDL reducen el riesgo de muerte. Las guías en el Third Report of the National Cholesterol Education Program (NCEP) Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults (ATPIII) definen a la hipocolesterolemia HDL como la concentración < 40 mg/dL (< 1,04 mmol/L); las directrices no especifican un nivel objetivo para el colesterol HDL y solo recomiendan la intervención para aumentar las concentraciones de colesterol HDL una vez logrados los objetivos en las concentraciones de colesterol LDL.

 

 Los tratamientos para reducir las concentraciones de colesterol LDL y triglicéridos suelen incrementar las concentraciones de colesterol HDL y en ocasiones pueden cumplirse los 3 objetivos simultáneamente.

 

 El tratamiento abarca cambios en el estilo de vida, como aumento del ejercicio y descenso de peso. El alcohol eleva las concentraciones de colesterol HDL, pero no se recomienda como terapia habitual debido a sus muchos otros efectos adversos.

 

 Los medicamentos pueden tener éxito en aumentar los valores cuando los cambios de estilo de vida son insuficientes por sí mismos, pero es incierto si el incremento de los niveles de HDL reduce la mortalidad.

 

 El ácido nicotínico (niacina) es el fármaco más eficaz para aumentar la concentración de HDL. Su mecanismo de acción es desconocido, pero parece aumentar la síntesis de HDL y, simultáneamente, inhibir la eliminación de HDL, además de movilizar el colesterol de los macrófagos. La niacina también disminuye la trigliceridemia y, en dosis de entre 1.500 y 2.000 mg/día, reduce la concentración de colesterol LDL.

 

 La niacina causa sofocos, prurito y náuseas, pero la premedicación con bajas dosis de aspirina puede prevenir estos efectos adversos. Los preparados de liberación prolongada generan sofocos con menor frecuencia.

 

 La niacina puede aumentar las concentraciones de enzimas hepáticas y en ocasiones puede provocar insuficiencia hepática, resistencia a la insulina, hiperuricemia y gota. También puede aumentar las concentraciones de homocisteína. La combinación de altas dosis de niacina con estatinas puede aumentar el riesgo de miopatía.

 

 En los pacientes con concentraciones promedio de colesterol LDL y concentraciones de colesterol HDL por debajo de los valores promedio, la niacina combinada con estatinas puede ser eficaz para prevenir los trastornos cardiovasculares.

 

 En los pacientes tratados con estatinas para disminuir el colesterol LDL a < 70 mg/dL (< 1,8 mmol/L), la niacina no parece tener un beneficio adicional y causar un aumento de los efectos adversos, incluido el accidente cerebrovascular isquémico.

 

 Los fibratos aumentan la concentración de HDL. Los fibratos pueden disminuir el riesgo cardiovascular en pacientes con TG > 200 mg/dL (> 2,26 mmol/L) y colesterol HDL < 40 mg/dL (< 1,04 mmol/l).

 

Causas secundarias de dislipidemia

 El tratamiento de la dislipidemia diabética siempre requiere cambios en el estilo de vida y estatinas para disminuir la concentración de colesterol LDL.

 

 Para disminuir el riesgo de pancreatitis, se pueden utilizar fibratos con el fin de reducir las concentraciones de triglicéridos cuando los niveles son > 500 mg/dL (> 5,65 mmol/L).

 

 La metformina disminuye la trigliceridemia, lo que puede determinar su elección sobre los hipoglucemiantes orales cuando se tratan pacientes diabéticos. Algunas tiazolidinedionas aumentan tanto la concentración de colesterol HDL como la de LDL. .

Algunas tiazolinidinedionas no deben preferirse a los hipolipemiantes para tratar los trastornos de los lípidos en pacientes con diabetes, pero pueden ser auxiliares útiles.


 Los pacientes con hipertrigliceridemias muy elevadas y control no demasiado óptimo de la diabetes pueden tener una mejor respuesta a la insulina que a los hipoglucemiantes orales.

 

 El tratamiento de la dislipidemia en los pacientes con hipotiroidismo, enfermedad renal crónica, nefropatía, hepatopatía o una combinación de estos trastornos requiere tratar primero las enfermedades subyacentes y luego los trastornos de los lípidos.

 

 Las concentraciones alteradas de los lípidos en pacientes con función tiroidea normal-baja (TSH normal-alta) mejoran con la reposición hormonal. En esos pacientes, debe considerarse la reducción de las dosis o la suspensión de los fármacos que provocan las alteraciones lipídicas.

 

Control del tratamiento

 La lipidemia debe controlarse en forma periódica una vez iniciado el tratamiento. No hay datos que establezcan intervalos específicos para el control, pero la práctica habitual consiste en la medición de la lipidemia entre 2 y 3 meses después de comenzar o de cambiar el tratamiento y 1 o 2 veces al año una vez estabilizadas las concentraciones de lípidos.

 A pesar de la baja incidencia de toxicidad hepática y muscular grave con las estatinas (entre 0,5 y 2% de los usuarios), en la actualidad se recomienda la medición basal de las enzimas hepáticas y musculares al comienzo del tratamiento.

 

 El control rutinario de los niveles de enzimas hepáticas no es necesario, y la medición sistemático de la creatina cinasa no es útil para predecir la aparición de rabdomiólisis.

Las concentraciones de las enzimas musculares no necesitan evaluarse de manera regular, excepto que los pacientes desarrollen mialgias u otros síntomas musculares.

 

 Si se sospecha una lesión muscular inducida por estatinas, debe suspenderse su administración y puede medirse la concentración de creatina cinasa (CK).

Cuando los síntomas musculares ceden, puede intentarse la administración de una dosis más baja o de otra estatina. Si los síntomas no desaparecen en 1 a 2 semanas tras suspender la estatina, otra causa debe buscarse para los síntomas musculares (p. ej., polimialgia reumática).

 

 

 

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